luns, 6 de novembro de 2017

Historia de una trona




Hace casi 6 años me estrenaba como madre. Qué ingenuidad la de aquellos momentos en los que ni sabía qué íbamos a necesitar realmente, bombardeada por opinólogos, webs y revistas. Que si cambiadores, ropa de cuna, no sé cuántas toallas, bañera, silla de paseo, blablabla. Suerte que soy minimalista y poco aficionada a las compras pero, aun así, me cargué con accesorios a los que no di más que un uso testimonial, por aquello de que ya estaban comprados. En pocos meses yacía arrinconado el preciosísimo cambiador, tanto el de casa como el de viaje. El moisés hecho a mano que solo sirvió para guardar juguetes. Cremas, aceites, colonias... Si volviese ahora a esos meses de 2011 de mi primer embarazo la lista básica sería mucho más reducida: 

Pañales 
Toallitas 
Silla a contramarcha 
Mochila
Un par de toallas 
Ropa básica, que, aunque dependerá mucho del mes de nacimiento, se puede ceñir a bodis, pijamas y un par de conjuntos para salir. 

Y ya si queremos darnos un capricho, usamos bastante la bañera tipo cubo. A número 1 le encantaba el agua y pasaba casi a diario un buen rato a remojo. En cambio, a número 2 el agua como que de lejos, así que vale la pena ir conociendo a nuestro bebé antes de llenarnos la casa de objetos que pueden quedarse tal cual (aún tengo sin abrir un plato termo...). Número 3 también es muy acuático pero directamente ha usado la bañera. ¡Por nada del mundo meto más trastos en casa! Se va aprendiendo con los hijos, optimizamos y nos salen manos adicionales para encargarnos de cuatro cosas a la vez. 
Pues bien, en todo este listado anterior no he mencionado la trona. Teníamos una regalo de la madrina. La elegí yo sin ninguna idea, supongo que fue la que nos recomendaron en la tienda. Empezamos a usarla cuando número 1 cumplió 6 meses. Ya se podía sentar solo y manejaba alimentos según la filosofía del BLW. No tardamos mucho en dejarla en casa de la abuela. El motivo: soy tonta. Resulta que pasamos a comer en una mesa baja y la trona dejaba al niño a demasiada altura. No nos veíamos bien. Y digo que soy tonta porque... ¡la trona era regulable! Como acabamos de descubrir. Y es que número 3 ha empezado a comer sólidos y ya hace más de dos meses que se sienta solo perfectamente. Como tiene la manía de no quedarse quieto ni comiendo, nos pareció buena idea de que pudiese diponer de asiento y bandeja, que también con él seguimos el BLW. Y la trona triunfó. Él aguanta poco tiempo sentado pero sus hermanos mayores, casi 6 y 4 años, se la rifan al punto de que vamos a comprar más. No solo la quieren para comer sino que la utilizan para pintar y escribir, aprovechando la bandeja, o simplemente se sientan a ver la tele. Es la Chicco Polly, con un estampado marino. La acabo de ver en esta web con otro diseño:

 
Durante su exilio ya me había olvidado de que cumple con las características que busco en una trona:

Regulable
Plegable
Evolutiva 
Fácil de limpiar

Número 1 la usa con casi 6 años y 20 kg de peso. Ahora estoy viendo modelos de vida útil todavía más larga. ¿Experiencias?