venres, 3 de xuño de 2016

(III y última) Crónica: De gatos, poesía y mujeres maravillosas

Llegamos. Como en todo este periplo estamos teniendo relativa suerte con el aparcamiento y el tiempo. Madrid, como Barcelona, nos recibe soleado pero sin un calor excesivo. De nuevo un parque, otra vez niños sueltos moviéndose sin parar, comiendo arena. Y mis amigas llegan y les explico el proyecto, les muestro los libros y les gustan. Varias niñas eligen su ejemplar y siento que el círculo, de alguna manera, se cierra. Que escribo para ellas, para sus maternidades diferentes, únicas, suyas. Aunque he publicado convencionalmente, hacer el libro entero con mis propias manos es como magia y, también de alguna manera, llega a las lectoras, cada una identificada con una portada que escogen, porque una quiere brujas y otra flores y todo está allí pintado por y para ellas. Y me ha encantado autoeditar en casa, a mano, locas, y quiero seguir haciéndolo aunque cueste trabajo imprimir y lleve muchas horas pintar y no sea yo precisamente Picasso. Gracias por venir Silvia, un placer inmenso conocerte. Gracias cueva, Cheli, Bibiana, Pilar, Anaís, Patricia, Inés... y familias. Gracias Chus (¡y tu ludoteca!), Vanesa, gracias a todas por venir. De nuevo el tiempo voló y era hora de regresar por fin a casa. De nuevo cenamos en el coche. De nuevo me duermo, el fútbol en la radio, la noche cayendo, hacemos kilómetros para los 2000. Solo han sido tres días. Volvemos ya sin calor ni aire que importe. Sin ruido de carretera atronando ventanas. Volvemos sin gato, con esperanza, su nueva vida acabada de abrirse con 11 años felinos. El contrato de adopción firmado. Volvemos con libros hechos y sin libros que se han quedado ya con otras vidas. Volvemos con hambre de nuestra cama, nuestra casa, nuestra vida sin edificios ni asfalto ni coches. Hambre de verde, árbol, tierra, perros, gatos, canto de los pájaros, trayectos de babosas, ensalada de la huerta, silencio en la noche solo cortado por la luz del patio del vecino. Volvemos de niños dormidos, una y media de la madrugada. Vuelvo cargada de fe. Vuelvo para seguir creyendo en la locura.

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